26 dic 2006

LA ECONOMÍA DEL SR. BUSH: UN CALLEJÓN SIN SALIDA

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Antonio Mora Plaza
economista
Madrid, 9 de noviembre de 2004

La situación económica de EE.UU. a la que ha llevado su presidente, El Sr. George Bush, se caracteriza por lo que se ha llamado los déficits gemelos: un déficit presupuestario notable y uno comercial por cuenta corriente en su balanza de pagos con el exterior aún más impresionante. El déficit presupuestario lo ha colocado en 422.000 millones de dólares en el tiempo record de 3 años partiendo de una herencia del anterior presidente, el demócrata Clinton, de un superávit de 127.000 millones de dólares. El déficit comercial es, según estimaciones del ex-secretario de Estado Larry Summers, de 600.000 millones de dólares, que representa el 5,5% del PIB de EE.UU. y el 1,25% del mundial. El déficit comercial es un record también mundial y nunca se ha dado en EE.UU. –y menos aún en cualquier otro país- la simultaneidad de ambos déficits en estas dimensiones. Caben las siguientes preguntas: ¿se puede sostener ambos déficits? ¿durante cuánto tiempo? ¿qué consecuencias tiene para EE.UU. el resto del mundo? ¿qué medidas podría tomar el próximo gobierno para paliarlo y evitar sus posibles consecuencias?. No son preguntas triviales y nos afectan a todos, porque de su solución depende que el espectro de una recesión mundial se haga cada vez más corpórea o se diluya de manera controlada. Ambos déficits tienen el problema de que algunas de las posibles medidas que se toman para combatir uno de ellos son contradictorias con el otro. La medida tradicional es variar los tipos de interés. Ante el impresionante déficit comercial, el tipo de interés de la Reserva Federal –el equivalente allí Banco de España antes en España, al Banco Central Europeo ahora en Europa- debiera bajar; así se harían menos atractivas las inversiones financiaras en títulos denominados en dólares, disminuiría por ello la demanda de dólares y el precio del dólar en términos del resto de las divisas –principalmente en euros, yens y yuanes- bajaría, favoreciendo con ello las exportaciones y encareciendo las importaciones, lo que mejoraría el comercio exterior de los USA. El problema es que el tipo de interés no sólo no puede sino que no debe bajar. De hecho, el presidente de la Reserva Federal, el Sr. Alan Greenspan, lo ha subido en un cuarto de punto, dejándolo en el 1,75%. Ello es debido a la brutal emisión de deuda pública necesaria para financiar el déficit presupuestario de 422.000 millones de dólares que ha metido el Sr. Bush a la economía americana con el fin de cumplir la promesa electoral de eliminar la imposición sobre los dividendos y para financiar la cruzada mundial contra el terrorismo; cruzada que comenzó en Afganistán, ha seguido con la ocupación y destrucción de Irak, y que desea seguir con los teócratas iluminados con los que se ha rodeado en su Gobierno contra los países que ellos mismos llaman “el eje del mal”. El que haya aumentado el terrorismo desde entonces y fueran mentiras la posesión de armas de destrucción masiva por Irak no les va a parar. Pues bien, para colocar este aumento de deuda entre la población ante un ahorro que no se ha movido, debe subir los tipos de interés. Y probablemente no será suficiente el cuartillo de punto. Pero con ello está perjudicando su balanza comercial al aumentar la demanda de dólares por el mayor atractivo de los títulos en esta divisa y encarecerse la misma en términos del resto de las divisas. Otro efecto ante una subida de los tipos de interés es la disminución de las inversiones reales –equipos, instalaciones, bienes de consumo duradero- como consecuencia del menor valor de los rendimientos actualizados de las mismas y del encarecimiento del crédito bancario. Las menores inversiones provocará una disminución de la demanda agregada –suma de consumo, inversión, gasto público y exportaciones netas-, y ello conllevará a su vez una disminución de la producción y del empleo. En definitiva, más paro. Si intentara ahora reducir el déficit reduciendo el gasto -¿de dónde?- provocaría una recesión. Hay que decir que, a pesar del déficit, es decir, a pesar del mayor gasto sobre los ingresos, eso no le ha servido para crear empleo, porque se han perdido 812.000 empleos netos en EE.UU. durante su mandato, dejando el paro en 8 millones de personas. No puede tampoco mejorar la balanza de pagos por cuenta corriente mejorando la productividad porque esta es la más alta del mundo. Y para reducir las importaciones debería reducir su crecimiento, pero no puede porque, si con tasas de crecimiento del 3% ha aumentado el paro, ¿qué ocurriría con tasas menores del 2%?. Bush se ha quedado sin margen de maniobra. No hay literalmente una medida de política económica general que pueda atajar ambos déficits. Esta es la razón por la que el gobierno Bush está presionando para que sean otros las que la tomen. Así, piden a los gobiernos chino y japonés que hagan flotar sus monedas libremente, dado que están sobrevaloradas, y permitan abaratar las exportaciones americanas y encarecer las importaciones procedentes de estos países y algunos otros asiáticos. El problema es que los gobiernos de estos países no quieren perjudicar sus exportaciones ante el peligro de una recesión –en el caso japonés- o una disminución de sus actuales niveles de crecimiento –en el caso chino- que necesita para crear empleos no agrícolas. Y con Europa no se atreve Bush porque algún asesor económico ha debido decirle que entre Alemania y Francia –los 2 países europeos que se opusieron a la guerra de Irak en el Consejo de Seguridad- suman casi 7 millones de parados, que la tasa de crecimiento de la UE-15 es inferior a la de EE.UU. así como su productividad y que los déficits presupuestarios de algunos países europeos están por encima o en el límite de lo que marca el Pacto de Estabilidad (3% sobre el PIB).
Si EE.UU. no representara la cuarta parte del PIB mundial, si el dólar tuviera ya un sustituto claro en las transacciones comerciales y en las emisiones de títulos, el papel del dólar como moneda de reserva mundial e instrumento de pago se vendría abajo, al igual que cayó la libra esterlina y el oro en el pasado. La balanza comercial americana se sostiene por las inversiones financieras en dólares de europeos, chinos, japoneses, rusos y OPEP, canalizando buera parte del ahorro mundial a EE.UU. A ninguno les interesa una recesión americana y una pérdida de confianza en el dólar, porque ello podría dar lugar a ventas masivas de títulos denominadas en dólares –tan sólo China y Japón tienen 2 billones de activos en dólares-, con pérdidas de estos para empresas privadas, fondos de inversión, fondos de pensiones, etc., que provocaría a su vez una recesión mundial. Pero si no estamos en el límite, estamos muy cerca. Para rematar el asunto, Bush, con la ayuda inestimable de Blair y también la vergonzante de Aznar -el terceto de las Azores-, nos ha traído la guerra de Irak. La consecuencia, además de los miles de muertos iraquíes y algunos cientos de los ocupantes, ha sido el aumento del precio del petróleo de 28/30 dólares el barril a 50 dólares. Algunos, quizá con mala conciencia, intentan justificar los aumentos del precio por los problemas de la empresa rusa Yukos, la huelga en Nigeria, los aumentos de impuestos del petróleo en Venezuela o la creciente demanda china. Las 2 primeras son pasajeras y el posible aumento del precio del barril por el aumento del precio del petróleo venezolano es simplemente ridículo: el total de los ingresos venezolanos por este hidrocarburo representa tan sólo el 8% de la OPEP, que a su vez representa la tercera parte de la producción mundial. Y el aumento de la demanda china, sostenida, previsible, estable y proporcional a las tasas de su crecimiento, no puede dar lugar a inestabilidad y especulación del lado de la oferta, sino todo lo contrario. Lo que hay de fondo es la guerra y, más aún, la inestabilidad que provoca la posible reelección de Bush. Los planes de este ex-alcoholíco y estudiante de Harvard -¡qué vergüenza para esta universidad!- las ha manifestado reiteradamente: acabar con los “estados canalla”, los del “eje del mal”, que en un principio eran Irak, Irán y Siria, pero que luego descabalgó a esta última y metió a Corea del Norte para que no fuera evidente que todos los incluidos eran islámicos, estaban en Oriente Medio y eran importantes productores y exportadores del llamado oro negro. La guerra de Irak está perdida, sea cual sea el ganador, porque no es una guerra entre ejércitos, es una invasión y una ocupación de un país por un ejército que tarde o temprano habrá de irse. Los estadounidenses estuvieron en el Vietnam durante un quinquenio, mataron a 2 millones de vietnamitas, murieron 58.000 soldados norteamericanos, pasaron 2 presidentes –Kennedy y Jonhson-, y al final tuvieron que irse con el rabo entre las piernas. Antes estuvieron los franceses, más atrás los ingleses en la India, los franceses de la Grand Armée en España y en la madre Rusia, etc., y al final todos los invasores tuvieron que volverse a su país.
Los operadores de bolsa en los mercados de divisas, de títulos, de futuros, de opciones, ya han descontado Irak, la guerra y su petróleo, pero no la incertidumbre sobre el futuro de los países árabes de la OPEP por las aviesas intenciones de Bush y su cuadrilla. Para algunos expertos, si el precio del petróleo llega al entorno de los 100 dólares entraremos en recesión. En 1973 el precio se multiplicó por 4, se dejaron de exportar 3 millones de barriles al día y hubo recesión; en el 79 se dejaron de producir 3,5 millones y también hubo recesión, aunque menor. Ahora aquí, en nuestra piel de toro, hay muchos transportistas y agricultores que quieren rebajas en el precio del gasóleo del nuevo gobierno. Si se les concede –y no es que yo me oponga ni soy quien para ello- supondrá una transferencia neta de recursos del resto de la sociedad a estos colectivos. Pedir ayuda en algunos casos puede ser justo, pero también pueden ayudarse así mismos apoyando las opciones políticas que no encarecen el petróleo que importamos y, como consecuencia, el gasóleo. Es sólo una sugerencia.
En definitiva, si gana Bush las elecciones estarán en peligro la paz, el dólar y la economía mundial; si gana Kerry disminuirá la incertidumbre sobre la paz fuera de Irak, USA volverá al seno de la ONU, se prolongará al menos en una década la primacía del dólar en los mercados de títulos y en el comercio internacional y se podrá desactivar la bomba de relojería que supone los déficits gemelos y la cruzada antislámica que nos ha traído el actual presidente americano. Si después de todo lo anterior permaneces indiferente antes las elecciones americanas el pronóstico es claro: o vives bajo el velo de la felicidad del indocumentado o tu metabolismo es el de la salamandra.

Nota añadida: celebrada las elecciones en USA, no he tocado nada del artículo que escribí antes de las mismas. Las primeras medidas y situaciones son coherentes con lo expuesto en el artículo: el tipo de cambio del dólar se ha deteriorado con respecto al euro y otras monedas (asiáticas); Bush sigue con su cruzada contra Irak –léase Faluya- con la excusa del terrorismo de tal manera que el comportamiento de sus muchachos uniformados igualan, incluso superan, a la actuación de los macabeos de Ariel Sharon con los palestinos; surgen las primeras dudas sobre la evolución del dólar para el futuro y el precio del petróleo ha bajado, reputándose como falsas las tesis de su encarecimiento por los problemas de Yukos, la huelga en Nigeria, el impuesto sobre el petróleo venezolano y la demanda china (¿o es que ha variado de golpe su demanda de petróleo?). Al final era Irak y, según los expertos en las bolsas del petróleo, hay una relación directa entre la destrucción de Faluya por parte de Bush y la bajada del precio del petróleo. Y China ha cedido a las presiones USA y ha revalorizado su moneda y subido sus tipos. Luego vendrán otros países de la zona.

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