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por Antonio Mora Plaza
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“Ahora se alimenta de ricachones, la muy víbora”. Sí, se lo habían dicho muchas veces sus amigas, pero tenía 3 hijos y los tenía que alimentar; también 3 casas hipotecadas. Hasta ahora los divorcios habían sido su fuente de financiación. El primer marido era un joven e ingenuo operador de bolsa; el segundo, un vago de la alta sociedad pero con muchas propiedades; el tercero, un jugador arruinado y su boda con María fue su última apuesta y, claro, perdió. Ella era una farmacéutica y que aprendió el arte de la farmacopea, guapísima y viajada. Cuando pensaba esto, se despertó el último marido, Cecilio, un contratista. “Cariño, porqué me despiertas si hoy es domingo” –dijo él-. “No he sido yo, es que no te has tomado el vaso de leche que te he preparado. Tómatelo y verás como coges el sueño- dijo élla-.
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“Ahora se alimenta de ricachones, la muy víbora”. Sí, se lo habían dicho muchas veces sus amigas, pero tenía 3 hijos y los tenía que alimentar; también 3 casas hipotecadas. Hasta ahora los divorcios habían sido su fuente de financiación. El primer marido era un joven e ingenuo operador de bolsa; el segundo, un vago de la alta sociedad pero con muchas propiedades; el tercero, un jugador arruinado y su boda con María fue su última apuesta y, claro, perdió. Ella era una farmacéutica y que aprendió el arte de la farmacopea, guapísima y viajada. Cuando pensaba esto, se despertó el último marido, Cecilio, un contratista. “Cariño, porqué me despiertas si hoy es domingo” –dijo él-. “No he sido yo, es que no te has tomado el vaso de leche que te he preparado. Tómatelo y verás como coges el sueño- dijo élla-.
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Madrid, 14 de noviembre de 2008
de 2008
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