29 may 2011

El dilema del PSOE: Bruselas o su electorado

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Antonio Mora Plaza

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En las elecciones del 22 de mayo para las Comunidades Autónomas, el PSOE ha obtenido 6.276.087 votos frente a los 8.474.031 del P. P. El partido de la izquierda gobernante se ha dejado por el camino un millón y medio de votos, cuando en las elecciones anteriores del 2007 dieron un ajustado empate entre ambos partidos. En las primeras declaraciones del presidente de Gobierno y secretario general del partido ha dicho que no han sabido explicar las medidas tomadas a partir de mayo del 2010. Puede ser cierto, pero el fondo de la cuestión es que el giro dado por el Gobierno en ese mayo fatídico ha sido espectacular: bajada de los salarios de funcionarios, congelación de pensiones (salvo las mínimas), reforma laboral, reforma sobre las jubilaciones. Es imposible, por más que se explique su supuesta inevitabilidad, que estas medidas sean aceptadas por votantes de izquierdas o, simplemente, progresistas. ¿Eran inevitables estas medidas para contentar a los “mercados” y que suscribieran la deuda pública a un diferencial razonable o había alternativas? Nunca lo sabremos, porque los ejercicios de ucronía son estériles. Veamos unos datos para comprobar el error de Bruselas al exigir una reducción brutal de los déficits, confundiendo la economía con la contabilidad.

diferencial respecto al bono alemán en mayo de:

2010

2011

Portugal

6,1%

6,9%

Irlanda

5,9%

7,4%

Grecia

12,4%

12,9%

Contemplando el cuadro anterior vemos el fracaso de las medidas que Bruselas obligó a tomar a Portugal, Irlanda y Grecia. A pesar de las brutales medidas antisociales tomadas por estos países en mayo del 2010 para reducir el déficit, los diferenciales de tipos de interés respecto al bono alemán no solo no han disminuido, sino que han aumentado, y a pesar de que ya se han empleado 273.000 millones (conjunto de los préstamos a estos 3 países) del fondo de rescate. Ahora los especuladores no confían en la solvencia de estos países y con razón: ante un déficit abultado y con el consumo estancado, a Bruselas (UE) sólo se le ocurre obligar a estos países –y también a España– a reducir el déficit diminuyendo el gasto. Con ello, la demanda agregada (Consumo + Inversiones + Exportaciones -Importaciones) no tira de la producción y se entra en una espiral contractiva de la economía. ¿Dónde habrán estudiado economía estos mequetrefes de Bruselas? En enero de este año se les ha ocurrido asentar el fondo de rescate que se creó en el 2010 en un fondo de rescate europeo (EFSF en sus siglas en inglés) por un importe de 750.000 millones de euros. Los burócratas de Bruselas discuten si esta cantidad será suficiente para futuros rescates o no, pero esa discusión está equivocada. Bruselas quiere actuar como si fuera el FMI, cuando en realidad debiera actuar su banco central como lo hace la Reserva Federal en USA. En efecto, todo eso podría ahorrarse si se variaran los estatutos del BCE para fijar como objetivo no sólo la inflación, sino el crecimiento y/o el empleo. De esta forma, el BCE debería estar dispuesto a suscribir deuda pública de cada uno de los países del euro sin previo aviso y evitando que los diferenciales de los bonos de los países del euro respecto al bono alemán se dispararan. Cometido el error por parte de Bruselas, no hay escapatoria, porque la regla básica del mantenimiento de la solvencia de los estados en la emisión de la deuda pública es la de que la tasa de crecimiento media no debe ser menor que la media de los tipos de interés a la que se suscribe la deuda, y con la obsesión de reducir el déficit por encima de todo, la insolvencia de los estados, tarde o temprano, está asegurada.

Volviendo a España, la cuestión ahora es si el PSOE tiene margen de maniobra para hacer una política social de aquí a las elecciones generales de marzo del 2012 que convenza a ese millón y medio de posibles votantes que esta vez le han negado su voto y, simultáneamente, que eso no asuste a los “mercados” que suscriben deuda española. En realidad sólo les queda una baza, una carta a jugar: el sistema fiscal. Si el PSOE estuviera dispuesta a una reforma fiscal radical, capaz de hacer pagar más a los que más tienen, a recuperar impuestos cedidos a las Comunidades (que en muchos casos estas han eliminado) y hacer creíble una lucha contra el fraude fiscal -y no sólo contra la economía sumergida-, podría tener el partido socialista gobernante alguna posibilidad, porque mostraría la diferencia entre un partido de izquierdas y uno de derechas; también porque el déficit para el 2012 y siguientes se reduciría ante el mayor aumento de ingresos sin necesidad de disminuir los gastos (6% de déficit previsto al final del 2011). Otra posibilidad -que no depende del PSOE- sería la de que el P.P. hiciera público sus verdaderas intenciones antes de las elecciones generales y que eso pudiera animar a los posibles votantes socialistas. No obstante, no hay que confiar en esa posibilidad, porque esta política de ocultación de su posible programa –según su consejero Arriola- les ha llevado a ganar holgadamente estas elecciones. Además, para mayor desastre, el presidente Zapatero ha declarado que seguirá con las mismas políticas (antisociales) hasta el final de la legislatura porque de ello –hay que sobreentenderlo– depende la continuidad de la financiación de lo público por parte de “los mercados”. En cuanto a la disminución del paro a corto y medio plazo, no hay ninguna esperanza. Tradicionalmente la economía española –al menos en los últimos 30 años– sólo creaba empleo cuando crecía a un ritmo superior del 2%. Y a ello hay que añadir que el sector de mayor crecimiento del empleo por unidad de gasto era la construcción civil y ésta ha agotado sus posibilidades. Más dificultades. El sector que podría aumentar el empleo tomando el relevo de la construcción sería el de las políticas sociales –ley de la dependencia- y estas dependen ya de las Comunidades Autónomas al haber agotado el esfuerzo la Administración Central del Estado. Y estas comunidades están en mayor medida en manos del P. P. y con las arcas exhaustas. A medio plazo quedan 3 sectores con posibilidades: el turismo, todo lo derivado del idioma español y las exportaciones. Los dos primeros sectores pueden crear empleo por la poca –¡afortunadamente!– productividad necesaria para hacerlo, pero para eso se necesita tiempo. Y en cuanto a las exportaciones, ya se están comportando mejor de lo esperado y, sin embargo, eso no está aumentando la demanda agregada lo suficiente para crear empleo. Y no hay más. No hay “cambio de modelo económico” milagroso -como les han hecho creer a los sindicatos- que supla lo perdido en la construcción, ni milagrosas inversiones en I+D+i que vayan a crear millones de empleos. Los sindicatos debieran reivindicar ya una mejor redistribución de la renta y una cobertura universal no contributiva para las personas y familias que no tienen ninguna fuente de ingresos, porque no hay medidas milagrosas si la economía no crece por encima del dato señalado, y no lo va a hacer en mucho tiempo. Si el sucesor de Zapatero es Rubalcaba ya puede ir afinando la varita de los milagros, porque ésta sí va a tener trabajo.

Madrid, 29 de mayo de 2011.

21 may 2011

Las revoluciones del siglo XXI


(“Si no nos dejáis soñar, no os dejaremos dormir”)

Antonio Mora Plaza

El siglo XVIII es el siglo de las revoluciones burguesas como la Revolución Francesa (1789) y su Enciclopedie y la Revolución Americana (1776) y su declaración de Filadelfia; el siglo XIX es el siglo de las revoluciones fallidas como la española o la alemana; el siglo XX es el siglo de las conseguidas, proletarias (rusa) y rurales (mejicana y china). Nuestro siglo es el siglo de las revoluciones de los jóvenes y profesionales, pacíficas y on line. Son las revoluciones de la globalización. Decía Lenin que los alemanes les enseñarían cómo hacer la revolución porque parecía imposible que un país atrasado como la Rusia de los zares de comienzos del siglo XX pudiera hacerla por tan escasa que era la clase obrera. Eso, con sus aciertos y errores, con sus conquistas y derrotas, es ya historia e Historia. Ahora son los jóvenes y profesionales de los países árabes los que nos están indicando el camino. Sólo el camino, porque en Túnez, Egipto, Libia, Siria, Marruecos, Yemen Bahréin, etc., se lucha por conseguir las libertadas democráticas, mientras que en España –la Spanish revolution- y en Europa a su estela, se trata de conseguir que la democracia sea algo más que un mero sistema electoral, se trata de que los votos estén por encima de los mercados, por evitar que lo público esté al servicio de lo privado, que los derechos fundamentales estén por encima del derecho a la libre empresa y sus consecuencias, se lucha pacíficamente para impedir que los especuladores aplasten a los ciudadanos, que los mercados no nos conviertan de ciudadanos en súbditos, porque eso es el final de la democracia, por una distribución más justa de la renta y de la riqueza. En Europa y en el mundo desarrollado es la revolución de la primacía de la ética sobre la moral de los negocios. ¡Bienvenida sean estas revoluciones!

Los jóvenes con estudios, pero sin esperanzas de un trabajo digno y con derechos, han dicho basta ya a partidos e instituciones que no resuelven sus problemas por más voluntad y preparación que esos mismos jóvenes pongan. No son anarquistas, ni fascistas, ni populistas, ni antisistema. Quieren la democracia sin adjetivos –la democracia con adjetivos deviene en dictadura–, pero con políticos, leyes e instituciones que resuelvan los problemas fundamentales, como son los del derecho al trabajo y a una vivienda digna; que sean capaces de enfrentarse a eso que se llaman los mercados para que no haya más mayos del 2010 en el mundo, donde los gobiernos democráticos europeos sucumbieron a la tiranía de los mercados, al egoísmo de los especuladores. En la plaza de Sol había una pancarta que decía: “Si no nos dejáis soñar, no os dejaremos dormir”. Es una frase sintética, genial, digna del mismo Shakespeare. Hay que entenderla como una premonición más que como una amenaza. Por más ilusiones que se hagan los partidos, especialmente el Partido Popular, todo tiene visos de que la ocupación de las plazas va a seguir más allá de las elecciones del 22 de mayo, porque los problemas son de calado, afectan a la vida de millones de ciudadanos –especialmente jóvenes sin empleo y profesionales-. Es una contradicción insoportable que en países avanzados económicamente como España, a la generación más preparada de la historia no se le ofrezca ni la esperanza, a pesar de su esfuerzo; un trabajo que les de para vivir, comer y dormir bajo techo propio.

Por diversas razones, los partidos tradicionales de izquierda y los sindicatos no han sabido o no han podido dar esa esperanza. No se juzgan intenciones, sino hechos. Estos –partidos y sindicatos- han tenido su oportunidad y la han desaprovechado. Es verdad que son básicos para la democracia y la inmensa mayoría de indignados lo saben, pero les parecen inadecuados sus estructuras y parcialmente inadecuados sus programas. Pero aún sus comportamientos individuales y colectivos a la luz de la ética. De la derecha mejor no hablar, especialmente la española del P. P., ese rescoldo de la dictadura franquista que parece avivado, más por errores ajenos que por méritos propios.

España ha dado al mundo la Constitución de 1812, la más avanzada de la época; dio lo liberal y el liberalismo –revolucionario para la época también- como concepto y lugar en la Historia; en 1931 convirtió una monarquía aquiescente con la dictadura de Primo de Rivera en una República; en 1936 aleccionó a Europa y al planeta que contra los fascismos no valen componendas, como se demostraron los nazis en 1939. Ahora parece que jóvenes, no tan jóvenes, profesionales y trabajadores, han atinado con el camino de las nuevas formas de la cambiar la cosas indeseables frente a las democracias lampedusianas imperantes, frente a la tiranía de los llamados mercados. Democracia, sí, pero mejor y, sobre todo, más útil. Esto no ha hecho más que empezar y el camino no está escrito. Tampoco el final, pero será mejor.

Madrid, 21 de mayo de 2011.

6 may 2011

Sobre el asesinato de Osama bin Laden

Antonio Mora Plaza

Tiene que llegar un día que en los EE.UU. pueda gobernar alguien que no se convierta en un asesino una vez que llega a la presidencia. Mejor también si no lo ha sido antes. Desde que Harry Truman autorizara a lanzar dos bombas atómicas sobre dos ciudades japonesas en agosto de 1945 –que se convirtió en el primer y más grande atentado de la historia[1]- no ha habido un solo presidente de USA que no se haya convertido en un asesino. Es verdad que ellos –los yanquis- lo llaman justicia, tal y como ha hecho el premio Nobel de la Paz, Barack Obama. “Hemos hecho justicia”, decía este nuevo criminal, auto-reconociendo con esta frase que no era justicia lo que hacía sino pura venganza. Cuando se hace justicia se emplea la elipsis o no se menciona la palabra por respecto a la inteligencia del lector u oyente. Es verdad que eso está en la tradición del pueblo americano, suponiendo que se pueda hablar de un pueblo y no de una suma de individuos procedentes de Europa, África, América y de Asia. Como decía el protagonista de la inolvidable Murieron con las botas puestas, “los verdaderos americanos están ahí fuera”, refiriéndose a los indios. Recuerdo también la película El juez de la horca, interpretada maravillosamente por Paul Newman, donde de forajido se convierte en sheriff –hablo de memoria- y toma un libro de leyes y se encuentra con que no puede hacer justicia a su manera porque la ley –que figura en el libro- lo impide. El sheriff entonces arranca la hoja del libro de leyes y dice: “ya no dice eso la ley”. Me viene a la mente esas dos películas porque todo lo que hacen esos americanos del norte de Río Grande es muy peliculero. Convierten las guerras en juego de play-station porque así les resulta más llevadero el asesinato. Con el asesinato del terrorista Bin Laden la popularidad de su asesino, Barack Obama, ha aumentado al parecer. Parece que son mayoría los americanos de USA que saludan el asesinato, que prefieren la venganza a la justicia. Estos tipos, de donde han salido cineastas maravillosos y escritores como Poe, Whitman, Fitzgerald, Hemingway, Faulkner, no han pasado de la época medieval, no han llegado al Estado de Derecho de la revolución francesa, a pesar de su revolución de 1776 y su declaración de Filadelfia. Aún mantienen la pena de muerte en una gran parte de sus Estados porque eso asegura la mayoría para llegar o permanecer a/como gobernadores. Pero no hay que ser injustos –ya que lo son otros- porque no todos los americanos piensan lo que piensan Obama, Merkel, Zapatero, Berlusconi, etc. En el New York Time también hablan de asesinato ("The killing Osama …"[2]) y critican la tortura[3]. Son unos ejemplos, aunque minoritarios.

Es verdad que Bin Laden era un terrorista, un repugnante terrorista como todos los terroristas, que piensan que matando pueden conseguir algún objetivo loable. No hay ningún objetivo de este tipo matando. Nada. Lenin, el mayor revolucionario de todos los tiempos, rechazaba, odiaba el terrorismo. Y él sabía de qué hablaba porque un hermano suyo fue ajusticiado por la justicia zarista –no entro si aquello era una justicia homologable- precisamente por intentar un acto terrorista. El terrorismo es rechazable también –aunque muy en segundo lugar- porque sólo sirve a la derecha, a la reacción, a los terroristas de Estado (Obama, el gobierno israelí, etc.). En España el P. P. está aterrorizado pensando que pueda acabarse el terrorismo de ETA. Por eso el Sr. Mayor Oreja lo trae a colación en cuanto se producen avances en la lucha contra el terrorismo. El P. P. se ha convertido en el contra-portavoz de ETA en el Parlamento español. Aunque sea “contra”, es una forma de ser portavoz. Hay medios de comunicación como El Mundo que se convierten también en portavoces de ETA ante cualquier comunicado de la banda, ante cualquier declaración de un terrorista. Pero también caen en eso el ABC y La Razón. Al final son medios de comunicación de extrema derecha y/o nostálgicos del franquismo que pasan por serios ante la indiferencia de otros medios, de partidos, de lectores de izquierda, de los propios sindicatos. Hay que leerles para conocer a los enemigos de la democracia y de la libertad aunque, como Mortadelo pero sin gracia, se disfracen de demócratas.

Estos medios de extrema derecha y/o neofranquistas han saludado el asesinato de Bin Laden. Veamos un ejemplo. Decía Ignacio Camacho en ABC que el presidente USA “tiene poderes constitucionales –otorgados por el Congreso a su antecesor Bush- para atacar en el extranjero a cualquier sospechoso de terrorismo contra Estados Unidos y los ha usado… Ha aplicado una sentencia fulminante con criterio de castigo, de resarcimiento por el daño causado… De su parte no sólo tiene la ley de su país, sino una legitimidad pública amasada sobre la vida de miles de víctimas”. Y para escarnio de los lectores del ABC –que pensará este articulista que son todos unos cretinos- siempre con el “máximo respecto a la legalidad, pero aplicándola con la mayor firmeza…”. ¿Respeto a la legalidad? ¿Qué legalidad? ¿No sabe este pájaro-articulista que la legalidad internacional la dan las leyes internacionales, los convenios, la ONU? ¿Desde cuando el Congreso de USA o simplemente el presidente yanqui es fuente de legalidad internacional? ¿Para qué existe el Tribunal Internacional Penal sino para juzgar a tipos como Bin Laden? Este artículo define un pensamiento fascista. Lo único que palía el artículo es el nulo nivel intelectual de su autor. ¡Cuidado que el fascismo lo tenemos encima, pero se disfraza de noviembre para no levantar sospechas! Rectifico, no se disfraza, simplemente intenta hacerse ver como una opción natural, normal, actual, con visos de gobernabilidad. Ya llegaron al poder en España con Aznar en 1996, pero lo perdieron en el 2004 precisamente por hacer propaganda de ETA, endilgando a esta panda de asesinos los atentados del 11 de marzo.

Los americanos de USA son unos expertos en crear mártires. Crearon a Bin Laden a sus pechos para luchar contra los rusos en Afganistán y ahora lo convierten en un mártir para la causa islámica integrista, para el yihadismo. No sé si es intencionado o no –tengo dudas- pero el asesinato de Bin Laden por parte de Barack Obama perjudica la causa de las revoluciones laicas de Egipto, Túnez, Libia, Siria, Yemen, etc. porque el asesinato va a potenciar aquel islamismo. Parece como si el presidente USA se hubiera dado cuenta de que, quizá por equivocación, había apoyado a los rebeldes árabes, a las causas democráticas de los rebeldes de estos paises que quieren la libertad y la democracia, y con el asesinato de Bin Laden ha rectificado. Y ahora, para más inri, parece que en lugar de mejorar la seguridad, ha descendido, los estados de alerta se han aumentado aunque, como en el caso español, no se reconozca oficialmente. ¡Vaya negocio que hemos, perdón, nos han hecho!

Por cierto, ¿cómo es que aún es premio Nobel de la Paz Barack Obama? ¿No le dará vergüenza a la academia sueca mantener el premio al premiado? ¡Si Martin Luther King levantara la cabeza!

Madrid, 5 de mayo de 2011.



[1] Me refiero acto terrorista, en un solo, apretado y criminal acto. Los Hitler, Stalin, Pol-Pot, Mussolini, Franco, Pinochet, Videla, etc., lo han hecho más espaciadamente, recreándose.

[2] The killing of Osama bin Laden provoked a host of reactions from Americans: celebration, triumph, relief, closure and renewed grief. One reaction, however, was both cynical and disturbing: crowing by the apologists and practitioners of torture that Bin Laden’s death vindicated their immoral and illegal behavior after the Sept. 11 attacks.

[3] He told Time magazine that the recent events show that President Obama should not have banned so-called enhanced interrogation techniques.


Peludo, hasta siempre

Peludo, hasta siempre

la luz es el optimismo de la razón

la luz es el optimismo de la razón

muros, ni para lamentaciones

muros, ni para lamentaciones

¿Por qué?

¿Por qué?

planchando la oreja

planchando la oreja

¿naturaleza muerta?

¿naturaleza muerta?

el mamífero perfecto

el mamífero perfecto