29 mar 2010

La recesión actual: ¿el fracaso del análisis convencional o un caso de selección adversa?

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Antonio Mora Plaza

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Pocas dudas quedan ya de que los dos focos de la recesión mundial actual son el sector financiero y el inmobiliario, con USA como su epicentro y con países más afectados relativamente -como Irlanda y España- por el peso del sector de la construcción en todos ellos. Esto no lo niegan ni siquiera los protagonistas de este drama: financieros, aseguradoras, constructoras, hipotecarias, etc., que han tomado parte en el reparto. Ahora las empresas afectadas tienen básicamente dos problemas: unos costes financieros elevados como consecuencia de las restricciones del crédito que lleva a cabo el sector financiero con el objeto de compensar su morosidad e incobrables; una disminución de ingresos porque las ventas han caído como consecuencia de que hemos entrado en una espiral contractiva: caída de ventas, despidos, caída de rentas salariales a consecuencia de los despidos, caída del consumo ante la caída de estas rentas salariales, caída de la producción por la caída del consumo anterior, menos rentas salariales, y vuelta a empezar. Lógicamente, también ha caído la inversión privada, y también la pública por las medidas restrictivas como consecuencia de la caída de los ingresos fiscales debido a la contracción de la economía. Vamos, el flujo circular de la renta que ya iniciara su análisis Quesnay y su escuela en el siglo XVIII en su “Tableau economique”, aunque con otros conceptos y actores. Parece esto tan elemental, casi tan trivial y evidente que debiera ser innecesario recordarlo. Pues no debe parecerlo. Parece obvio que unos problemas que surgen en los sectores de la construcción y en el financiero deberían abordarse a partir de estos sectores y comprobar el porqué y el cómo de su efecto para toda la estructura económica de cada país y para el conjunto de todos los países. Si además se ha producido una disminución de la demanda agregada privada (consumo privado + inversión privada + exportaciones - importaciones), parece lógico compensar esta caída con un aumento del gasto e inversiones públicas; las soluciones keynesianas de la Gran Depresión de los años 30 del siglo pasado así lo avalan. Soluciones que están practicando los gobiernos de todos los países, incluso aunque practiquen un keynesianismo de derechas por el destino inmediato de ese gasto y por la omisión de otras medidas que ahora no entro.

Pues bien, en España o fuera de ella, no parece que los adalides del neoliberalismo y de la desregulación que han defendido el sistema que nos ha traído a esta situación se den por enterados. Veamos un ejemplo. En el “ABC” del 26 de este mes, en ese periódico que fue pilar mediático de la dictadura franquista, dice el Sr. Fernando Fernández -¡que es catedrático de economía!- que lo que hay que hacer es disminuir “el tamaño del sector público de la economía, congelando sueldos y plantillas de funcionarios, despidiendo temporales y asesores eventuales, recortado el seguro de desempleo, prestaciones sociales, educativas y sanitarias”[1]. ¿Dónde habrá estudiado este tipo? ¿Cómo habrá obtenido la cátedra? No se puede ser más cretino. Hay que hacer un informe PISA para profesores, catedráticos; hay que revisar la teoría que se enseña en las facultades ahora porque del ignorante se perdona todo -salvo que se crea sabio-, pero el instruido convertido en cretino supone una pésima asignación de recursos en la enseñanza y obliga a una revisión de las enseñanzas, además de las oposiciones a cátedra. Pero esto no sólo pasa en España: piénsese en los funcionarios de élite del FMI, del Banco Mundial, de la Unión Europea. ¿Qué tipo de análisis se enseña en las facultades, en las escuelas de negocios, para que una legión de estudiantes se conviertan al cabo de un quinquenio o algo más en mentes idiotizadas que repiten las mismas recetas -reforma laboral con menos derechos, menos déficit, menos impuestos, menos Estado- sean cuales sean los problemas de cada economía, de cada país, de cada momento del ciclo? ¿O acaso sólo se colocan los cretinos con título con tal de que los contratadores, también en su mayoría supuestamente cretinos, oigan lo que quieren oír? ¿Estamos en un caso de selección adversa gigantesca?

Tengo en mis manos excelentes manuales de micro, de macro, de historia del análisis económico -que ha de ser también sociológico o no es nada- y no es verdad que se enseñen estas idioteces, que se den estas recetas ante cualquier situación. Así, el excelente libro de Olivier Blanchard[2] se habla de forma equilibrada de los instrumentos de la política económica en situaciones varias: la política monetaria, la fiscal; se habla del mercado de trabajo, de los salarios de eficiencia, del desempleo; de la inflación y de la curva de Philips; del papel del progreso técnico en el crecimiento; de los mercados financieros y sus expectativas; del sector exterior y de su importancia; y también se añade a todo el análisis ejemplos históricos que confirman o desmienten las conclusiones de la teoría. Es un buen libro, un buen manual muy utilizado en el mundo de la enseñanza. Cualquiera que haya leído este libro y lo haya entendido no puede sacar la conclusión que saca el Sr. Fernández en el artículo mencionado. Y el señor Blanchard ha sido profesor en Harvard y asesor de varios organismos internacionales, entre ellos el FMI, nada sospechosos de izquierdismo. También son excelentes los manuales de macro y micro[3] del premio Nobel Joseph E. Stiglitz donde en la contraportada se hace un resumen de lo que trata el libro de macro como son la “fiscalidad, el comercio, los precios y la competencia, el mercado competitivo, los mercados imperfectos, la toma de decisiones en la empresa, el cambio tecnológico, la motivación de directivos y trabajadores, el medio ambiente, el pleno empleo, la inflación, el sistema de precios, los déficits y su reducción, etc.”. Es imposible leyendo el libro sacar la receta del Sr. Fernández para nuestros atribulados tiempos. Se pueden multiplicar los ejemplos. Otro excelente manual es el de “Microeconomía” de Saul Estrin y David Laidler[4]. Leyendo estos manuales y/o otros muchos, de ninguno se puede extraer la solución, la receta a la crisis actual surgida en los sectores mencionados y ampliados por el comportamiento de otros actores anejos como los fondos especulativos (hegde funds), las agencias de calificación, los funcionarios del FMI, del BM, de la UE. No es que el Sr. Fernández sea un intelectual ni lo pretende ser puesto que es adicto a una creencia en el sentido orteguiano[5], ni tiene peso alguno en la sociedad española, pero lo tomo como ejemplo de la perplejidad que produce oír las recetas de los neoliberales que en nada se corresponden con el conocimiento y la historia del conocimiento del análisis económico, a pesar del sesgo que tiene la enseñanza de estas materias.

Los neoliberales han formado una religión cuyo catecismo es un libro escrito por un andarín moralista escocés en 1776[6] con muchas dotes de observación, aunque no se enterara de la revolución industrial que se abría paso en Inglaterra. De este escocés se llega inmediatamente a David Ricardo con su teoría de la renta/s en la producción y distribución, y la teoría de los costes comparativos en el comercio. Los pocos neoliberales leídos toman la interpretación marginalista de la teoría de la renta de Ricardo y la conectan con la llamada revolución marginalista de la tríada Jevons-Menger-Walras del último tercio del XIX, y de ahí obtienen una teoría de los precios derivado de la utilidad de las cosas. Pero no de la utilidad total o absoluta, sino de la utilidad marginal. Según esta teoría, los precios de los productos -y también del trabajo- se deriva de la aportación de la utilidad de la última unidad comprada (vendida), consumida, empleada (productividad del trabajo). Con esto, con un poquito de matemáticas[7], con Pareto y su asignación óptima de recursos, y con los 2 teoremas del Estado de Bienestar se llega al mundo de Alicia en el país de las maravillas, donde nada se puede cambiar una vez producido el intercambio entre consumidores y productores porque empeoramos. No importa que el 1% de la población tenga el 99% de la renta y riqueza, porque habremos llegado a la mejor situación posible, al mejor de los mundos posibles dada esta distribución. Y eso se consigue con la competencia perfecta. Nada importa que en el mundo real no exista esa competencia perfecta, donde los actores económicos -consumidores y productores, demandantes y oferentes- son precios-aceptantes, no importa que en el mundo real se den los llamados fallos del mercado[8], es decir, oligopolios, monopolios, competencia imperfecta o monopolística, información asimétrica, rendimientos crecientes a escala, bienes públicos, efectos externos, etc. Nada de eso importa, porque los neoliberales se han aprendido una doctrina, nunca analizan la realidad con su doctrina, no la confrontan, no emplean los instrumentos de análisis -como decía la gran Joan Robinson- como una caja de herramientas; son simplemente servidores de sus amos, de quien los paga o fieles conversos a la religión del sólo del mercado y de nada de Estado. Recomiendo el artículo del profesor David Anisi, “Economía: la pretensión de una ciencia”[9], que se puede obtener en internet[10].

Pero lo del terror al déficit y la pretendida solución de la crisis facilitando el despido y rebajando los salarios no resulta comprensible ni justificable ni siquiera a la luz de los manuales. Al menos en España. ¿De verdad alguien independiente y en su sano juicio puede pensar que con un salario mínimo actual que no llega a 700 euros, con un salario medio que no llega a los 1.500 euros de media, con salarios medios en definitiva que sólo nos superan Portugal y Grecia, pero por abajo, se puede pensar que el problema y la solución en España está en el mercado de trabajo? Y con el Sr. Fernández está el Sr. Montoro, portavoz económico del P.P., que para vergüenza de los catedráticos también lo es él. En su disculpa hay que decir que lo que dice lo tiene que entender el Sr. Rajoy y la Sra. Sáez de Santamaría, portavoz parlamentaria de este partido, y eso es una tarea ímproba. Lo del déficit, en cambio, creo que es una obsesión que los que defienden su eliminación en cualquier tiempo, lugar y circunstancia debieran tratárselo para que no devenga en una neurosis o en algo peor. Hacer una política anticrisis y anticíclica tiene como consecuencia o un aumento del déficit, de un aumento del endeudamiento o de ambas cosas. Es inevitable si se quiere que desde lo público se haga lo posible para al menos paliar las crisis y sus efectos más nocivos. Resulta curioso, cínico e hipócrita que los mismos que piden subvenciones, ayudas, desgravaciones y rebajas de impuestos a los poderes públicos sean los mismos o sus amigos o sus aliados los que luego critican el déficit porque los llamados mercados financieros castigan a los países que han incurrido en ellos sin distinción de motivos. Los llamados analistas, asépticos aparentes pero lacayos de sus amos, llaman mercados como si estos fueran mecanismos automáticos, robots de las finanzas a los que hay que someterse porque son el mal menor. Pues bien, estos mercados, estos fondos especulativos tienen nombres y apellidos; en el caso español se llaman Brevan Howard, Moore Capital, Paulson and Co., que se conjuraron en febrero de este año para atacar la deuda pública española tomando posiciones cortas a plazo. Para otros países, The Wall Street Journal daba los nombres de Balestra Capital, Hayman Capital Partners, North Asset Management, Pivot Capital Management., con sus directivos y responsables, con sus Madoff y sus Soros de turno.

Pero volvamos al tema del título del artículo. La existencia de tipos como el Sr. Fernández o el Sr. Montoro y sus argumentos, obligan a revisar planes de estudios, oposiciones a cátedra, facultades de economía, escuela de negocios, oposiciones, porque con nuestros impuestos se titulan cretinos que luego llegan a puestos políticos u ocupan espacios en medios de comunicación. Si ello es inevitable porque sin el papel de lacayos del dinero no saben ganarse la vida estos tipos, que no sea al menos a nuestra costa.

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Madrid, 28 de marzo de 2010.

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[1] “No es país para pusilánimes”, ABC.

[2] “Macroeconomía”, edit. Prentice Hall, año 2000.

[3] “Macroeconomía”, Ariel económico, año 1998; “Microeconomía”, Ariel económico, año 1998.

[4] en edit. Prentice Hall.

[5] “Ideas y creencias”.

[6] “Investigación sobre la naturaleza y causa de las riquezas de las naciones”, de Adam Smith.

[7] Los teoremas de Brower y kakutani.

[8] Ver “Análisis microeconómico”, de Julio Segura, págs. 297 y siguientes, AUT, año 2004.

[10] Hay muchos manuales de historia del análisis que les vendrían muy bien a los Fernández y Montoros, pero recomiendo el de “Panorama de historia del pensamiento económico”, de Ernesto Screpanti y Stefano Zamagni, edit. Ariel Economía, 1993. También la “Historia de la teoría económica y de su método”, de R.B. Ekelund y R. F. Hébert, edit. MacGraw-Hill, 1997.

21 mar 2010

Mercados financieros contra economía real (V)

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Antonio Mora Plaza

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Hay una idea asentada en la política que dice que la diferencia entre el político y el estadista es que el primero se ocupa del día a día y el segundo de la próxima generación. Dicho de otra manera, o se abordan los problemas con la táctica o con la estrategia. La Unión Europea ha colocado en el pedestal de sus ideas, valores y estructuras el ideal del egoísmo de los mercados y se olvidó de la solidaridad entre los europeos. Con el caso griego asistimos al fracaso de la UE., no sólo como idea política y social -que nunca la ha tenido y tampoco le ha importado-, sino al colmo de los colmos: al fracaso como unión económica. Los europeos no saben ni quieren arreglar el asunto griego, un minúsculo país con poco más de 10 millones de habitantes y con un PIB superado por la facturación anual de muchas empresas multinacionales. Es un ridículo espantoso. Primero se dejaron engañar por el canalla y conservador de Karamanlis (el equivalente a Aznar en España), que mintió a la Comisión y al Consejo europeos, a Bruselas en definitiva, haciendo contratos de permutas (swaps) de divisas con el fondo especulativo Goldman Sachs para allegar divisas a su país sin emitir deuda pública marginal y así poder mejorar sus cuentas ante los pánfilos examinadores de la UE. Y ahora, el presidente socialista Papandreu no ha tenido la personalidad ni el conocimiento para saber que cuando los especuladores de toda laya fijan un objetivo -es decir, huelen ganancia- no se detienen ante nada. ¿No le han explicado a este presidente lo que pasó con la libra esterlina, la peseta y la lira hace ahora casi 20 años? Estos países tuvieron que gastar todas sus reservas en divisas -principalmente dólares- para evitar que sus monedas se mantuvieran en los mínimos del sistema y al final los especuladores (los Soros y cía.) se salieron con la suya: la peseta y la lira devaluaron varias veces en muy poco tiempo y la libra inglesa tuvo que salir del sistema europeo[1]

Papandreu ha tomado todas las medidas impopulares que cree necesarias por los consejos de los mismos que han provocado la crisis; ha congelado salarios y pensiones y ha prometido pasar del 12,4% de déficit al 8,7% en el 2011. Eso sólo es posible con una reducción del gasto público y privado que provocará una recesión aún mayor por la caída de la demanda agregada. Según información de El País, la última emisión de deuda pública le supuso a Grecia un coste marginal[2] de 700 millones de euros[3]; si ahora necesita 53.000 millones para este año (en mayo vencen 20.000 millones) y las cosas no cambian le supondría al país heleno un coste marginal de ¡7.420 millones de euros! ¡Y todo eso a pesar de que el gobierno heleno ha tomado las medidas que le pedían desde Bruselas! Ahora la economía griega está en la peor de las situaciones posibles, porque las medidas tomadas van a suponer una caída de la demanda agregada[4], además de un coste insufrible para las ya mermadas arcas de la tierra de Pericles. Y por si fuera poco, la Unión Europea no sabe qué hacer simplemente porque no existe unión, no hay una voz que decida, sino múltiples voces que defienden sus patrias. Ahora, el portavoz de economía de Ángela Merkel, el Sr. Michael Meister, dice que si Grecia necesita ayuda que se la pida al FMI: entonces, ¿para qué la Unión Europea? Consciente Papandreu de su error ha lanzado un órdago -perdedor, seguro-, amenazando a Bruselas de recurrir a este organismo y de no cumplir el plan de ajuste: error sobre error.

Una genialidad ha sido la propuesta de creación de un Fondo Monetario Europeo a semejanza del FMI para ¡solucionar el problema griego de ahora mismo! Cabe preguntarse: ¿cómo tantas cátedras de economía, de política, de derecho internacional, tantos estudios, tantas tesis sobre Europa, la Unión Europea, etc., y los líderes europeos y sus funcionarios de élite no dicen mas que estupideces? Es un caso de pésima asignación de recursos, por mucho que diga luego los informes PISA lo bien que están las enseñanzas en la Europa septentrional. El Sr. Papandreu ha demostrado ser un pésimo estadista[5] al dejarse llevar por el pánico creado por los fondos especulativos, por las agencias de calificación -que son juez y parte[6]- y no pensar en el mañana; y ha demostrado ser un pésimo táctico al tomar las medidas impopulares primero y luego esperar a que la Unión Europea se solidarice con su país. Es una lección para España y siguientes.

El supuesto futurible FME no es solución para hoy; la mencionada tasa Tobin, con ser deseable, no es solución ni para hoy ni es suficiente; las medidas contra los fondos especulativos nunca serán suficientes porque, identificados estos fondos y tomados las medidas pertinentes, surgirán otros fondos, otras empresas privadas que jueguen su papel con otra máscara. Las soluciones son otras. En primer lugar que las necesidades de dineros por parte de los estados no dependan de los caprichos de los especuladores. Eso se consigue con la potestad y obligación de que el BCE suscriba las deudas soberanas, al menos hasta ciertos límites y con los controles que se quiera; otra solución equivalente a la anterior, pero más rápida y flexible, sería la posibilidad de que los Estados tuvieran cuenta abierta en el BCE, pagando los intereses correspondientes por sus saldos deudores, aunque también con controles y limitaciones. ¿Si esto funciona entre empresas y bancos privados, por qué no ha de funcionar entre el BCE y los estados soberanos de la UE? Todo menos someterse al dictado de los mercados financieros cuando estos son un problema en lugar de una solución para la economía real. La segunda parte de la solución es ahora coyunturalmente más difícil. Se refiere a la necesidad de líderes europeos de izquierdas que puedan asumir estas transformaciones y otras; que tengan la suficiente personalidad, preparación y visión para implementarlas a corto y a largo plazo, táctica y estratégicamente. De la derecha ya sabemos que no podemos esperar nada: sólo aspiramos que se conformen con las urnas y olviden las armas.

Es de esperar que nuestro gobierno haya aprendido la lección y no de un paso más atrás en la pretensión de los mercados[7]: más vale pagar un sobrecoste de 2.000 ó 3.000 millones de euros por la financiación de las finanzas públicas que seguir los consejos interesados de los llamados mercados financieros, agencias de calificación, economistas a sueldo de empresas e institutos privados, etc., y con ello provocar una recesión que nos cueste un millón más de nuevos parados.

Para concluir quisiera recomendar 3 libros: el primero, aunque sea del 2002, titulado “Los mercados financieros internacionales y su globalización”, de Mónica Pedrosa, que trata de forma muy didáctica del funcionamiento de estos mercados, es decir, de los mercados de divisas, de valores, de futuros, de opciones, y de los no organizados (OTC, over the counter), como los forward, swap, caps, collar, floors y los tristes y famosos CDS (credit default swap); el segundo es del 2005 y su título lo dice todo: “Los paraísos fiscales”, de Juan Hernández Vigueras; y el tercero, especialmente. Escrito en inglés en el 2008 y traducido al año siguiente, se llama “El gran crac del crédito”, de Charles R. Morris, abogado y experto en banca, adelanta con casi dos años la situación actual merced al estudio de los mercados, mecanismos e instrumentos financieros que ahora salen a la prensa (las hipotecas subprime, los hedge funds, los swaps o permutas, los cdo, los cds, etc.). También hace historia de la crisis y sus consecuencias actuales desde la caída del banco Bear Stearns (2008), los hipotecarios Fannie Mae y Freddie Mac, Lehman Bros, etc. El libro hace un análisis de todo esto desde 1973 a nuestros atribulados días[8].

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Madrid, 20 de marzo del 2010.

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[1] La famosa serpiente, un caso de libro de tipos fijos pero ajustables, con máximos y mínimos.

[2] El periódico lo llama “sobrecoste”.

[3] El periódico no aclara estas cifras y el gobierno heleno no las ha desmentido. A mí me parecen exageradas porque un “sobrecoste” de 4 puntos porcentuales de la deuda soberana griega sobre el bono alemán suponen 200 millones de euros (4% sobre 5.000 millones). De momento la información es opaca para la opinión pública por motivos obvios.

[4] (consumo público y privado + inversiones públicas y privadas + exportaciones - importaciones)

[5] Del conservador Karamanlis (el Aznar griego) no hablamos, porque este era y es simplemente un sinvergüenza.

[6] Ver el artículo de “The Economist” del 19.3.2010 (“Beancounters in a bind”), donde se dice refiriéndose al caso de Lehman Brothers que los guardianes estaban en la cama con los prisioneros (the guards are in bed with the prisioners”), o como se dice aquí, las zorras cuidando las gallinas. Ernest and Young facturó 31 millones de dólares a Lehman Brothers por auditarla: ¡Cualquier le dice que estaba trucando la contabilidad, malversando fondos, arriesgando sin medida los fondos de los partícipes y que estaba quebrada! ¡Lo mismo no cobra por esa misma razón! Ver: http://www.economist.com/business-finance/PrinterFriendly.cfm?story_id=15721559

[8] Para tener una idea de la eclosión de los mercados financieros, el libro de R. Morris señala que “al principio de los años 80 todos los activos financieros, que son básicamente derechos sobre el PIB, eran equivalentes al PIB mundial; a finales del 2005, según un estudio del FMI, el total de los activos financieros representaban alrededor de 3,7 veces el PIB mundial”. Supongo que el autor habla de posiciones netas contra el PIB mundial. Esto significa que estos activos han perdido la garantía real y que depende su solvencia -al igual que el dinero bancario- de que no se ejecuten de forma concentrada en el tiempo.

Que cada palo aguante su vela

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Antonio Mora Plaza

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En economía, en concreto en el análisis económico, pocos principios, pocas creencias resisten el análisis de los datos. Lo hemos visto con los del neoliberalismo del sólo mercado y de que el Estado es el problema. Hasta los que sostenían estos principios desde el desconocimiento analítico (Díaz Ferrán, E. Aguirre), han tenido que recular, reclamar con insistencia la teta del Estado, aunque sea como un paréntesis. Otra cosa es la política económica, porque ahí se cruzan los principios descargados desde la ideología con el rigor del análisis, y ambos, principios políticos y rigor, han de ser respetados. Esto viene a cuento porque es en estas situaciones donde, al menos desde la izquierda, es importante mantener valores que se incorporen a la política económica (o economía política). En estos momentos, donde los Estados se están convirtiendo en gigantescas compañías de seguros donde los asegurados (empresas) se benefician de ese seguro implícito sin haber pagado ninguna prima, creo que el principio de que cada palo aguante su vela debería combatir la irrupción de pragmatismo de derechas que nos invade a modo de sarpullido. Que cada palo aguante su vela: lo público, público, y lo privado, privado. De lo contrario la dirección es siempre la misma: de lo público (nuestros impuestos) a lo privado, en todas sus formas.

Desgraciadamente esto no se está cumpliendo y las ayudas de los bancos centrales y de los gobiernos a través de fondos a las entidades de crédito y otras (cías. de seguros) están provocando gran parte de los déficits que luego esas mismas compañías, a través de sus presidentes y representantes, reclaman combatir. Es una impudicia, pero por eso los Francisco González y cía. (80 mills. de euros de pensión privada) cobran esas cuantiosas cantidades: para que su conciencia soporte su impudicia. La caída del crédito a las familias de las entidades de crédito ha pasado de 874.405 mills. de euros de saldo vivo a finales del 2007 a 910.537 mills. (2008) y a 903.083 mills. (2009). De enero del 2008 a enero del 2009 ha caído de 907.815 a 901.730 mills. Es una notable desaceleración, que si lo deflactamos con el IPC aún sería más notable. La tendencia es similar si consideramos sólo los créditos a la vivienda (677.907 mills. saldo en diciembre del 2009), con la particularidad de que estos representan el 75% del total[1].

Prima facie, parecería que los datos no indican una gran restricción del crédito, pero si lo comparamos con la alegría de su concesión desde la época de Aznar y su ley del suelo sí supone una fuerte caída en un país como el nuestro, donde el circulante de las empresas y familias dependen en gran medida del crédito. En todo caso, la evolución del crédito de las entidades es procíclico y procrisis, lo cual es nefasto en la coyuntura actual. De ahí la necesidad de una banca pública que actúe en sentido contrario, banca que se puede crear -y en parte se está haciendo, pero insuficientemente y con vergüenza- a partir del ICO[2]. Ahora los bancos y, especialmente las que se decían hasta hace poco tiempo solventes Cajas de Ahorro, están teniendo dificultades por los incrementos de morosidad e insolvencia de sus créditos derivados principalmente de sus créditos al sector inmobiliario; créditos concedidos tanto a las familias que compran el piso como a las inmobiliarias, constructoras, promotoras, etc., de la vivienda. Un sistema de mercado tiene muchos defectos que no es el caso entrar, pero si alguna regla ha de cumplir es la de que la mala gestión y -con más razón- la gestión fraudulenta ha de castigarse económicamente (además de penalmente en su caso). Si ahora recolectamos toda la morosidad y lo incobrable en un banco público -es decir, con dinero del Estado- rompemos el único principio -junto con el de la competencia- que vende bien que mal la ideología del sólo mercado. Además, con ello volvemos a lo mismo: en los períodos de vacas flacas son de nuevo nuestros impuestos los paganos de los que administran el dinero ajeno (bancas, cajas, etc.) y que lo hacen a su criterio porque son entidades privadas. No es esta una solución de izquierdas, ni justa, ni conveniente. Al menos es mi opinión. Es precisamente en estas situaciones donde hay que observar el principio que encabeza este artículo. Hay otras soluciones. El Estado, sea a través del Banco de España con la anuencia del BCE, sea a través de un fondo (FROB), puede prestar dinero, pero no dar dinero; El Estado, a través del BOE, puede y debe obligar a las Cajas que tienen problemas a su fusión, porque éllas -al igual que lo bancos- manejan dinero ajeno, dinero de los clientes. Y si el BOE no es suficiente, está el Parlamento de la Nación para saltar por encima de Cajas y Comunidades Autónomas aviesas y oportunistas. Ya es suficiente ayuda el acceso a créditos privilegiados del B. de E. y del BCE. El dinero público es sagrado y debe dedicarse a lo público (Sanidad, Educación, Pensiones, Dependencia, Infraestructuras, Defensa, Exterior, etc.). Banca pública, Gasto público compensatorio -tal como se está haciendo- y tipos de interés bajos (del BCE) son los 3 instrumentos básicos para combatir la crisis a corto plazo. A medio plazo hay que hacer otras cosas.

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Madrid, 13 de marzo de 2010.

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5 mar 2010

Mercados financieros contra economía real (IV)

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(La Unión Europea se presta a la defensa pero sin estrategia)

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Antonio Mora Plaza

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El gobierno griego no ha podido mantener la calma ante las presiones de la Comisión Europea y ha claudicado. Las medidas que intenta implementar en materia de salarios y pensiones son inaceptables para el pueblo griego y ha salido a la calle para defenderse. Es verdad que las ha mezclado con otras que más parecen deseos que posibilidades, como las de hacer pagar por renta a los que más tienen o luchar contra la economía sumergida. Cantos de sirena homéricos que no han calado en los oídos helenos. Parecería que las intenciones de los fondos especulativos (hedge funds), los Goldman Sachs, Morgan Stanley o J P Morgan Stanley -y algún otro alemán y japonés que se han sumado- han vencido a las falanges macedónicas, y que estas medidas propuestas por el primer ministro griego y sus promesas de bajar el déficit al 8,7% el próximo año hasta llegar al 3% en el 2013 se han hecho creíbles y que por eso el Tesoro griego ha podido colocar los 5.000 millones de euros de deuda emitida sin problemas en el día de hoy. Nada más lejos de la realidad. En primer el tipo al que se ha colocado la deuda es del 6,4%, que es 3 veces mayor que el bono alemán[1], lo cual supone añadir al déficit 320 millones de intereses sólo por este tramo de la deuda. Además, los próximos vencimientos son 4 veces superior, que colocados a este precio, supondrían 1.280 millones de euros de intereses a pagar a cargo de los prepuestos. Es verdad que ha colocado la deuda, pero la victoria ha sido pírrica: los fondos especulativos han triunfado a pesar de la bajada de pantalones del gobierno griego. Es una lección para el gobierno español. Ante la subida de estos tipos de interés el valor de los bonos ha caído y caerán más probablemente, con lo que los fondos que estaban cortos en sus posiciones de bonos porque habían vendido en su día a plazo lo que no tenían al precio del mercado a plazo y ahora han comprado al contado lo que les faltaba para poder cumplir con sus obligaciones liquidativas[2].

Y ahora, y no por casualidad ahora, el BCE por boca de su jefe (Sr. Trichet) va a mantener su oferta de préstamo a la entidades bancarias al 1% hasta octubre de este año. ¿Qué hubiera pasado si lo hubiera anunciado con antelación? Que el dinero barato del prestamista de última estancia que es el BCE hubiera supuesto el aumento del valor de los títulos de la deuda soberana de los países europeos, incluido el de Grecia; con ello los fondos especulativos no hubieran obtenido las plusvalías anunciadas con el juego de las posiciones a corto y a largo a la hora de suscribir deuda griega, aunque aún no sepamos la cuantía. Trichet ha castigado a Grecia por el déficit provocado por el gobierno de derechas de Karamanlis (equivalente al P. P. de Rajoy). Una vez castigado el pueblo griego, el anuncio de Trichet va en la línea de la defensa del euro, porque con ello está anunciando que les puede salir caros a los especuladores vender ahora a plazo fondos soberanos (bonos) que no se tienen a las cotizaciones actuales para tener que comprarlas al contado al vencimiento o cuando se emitan nueva deuda soberana por parte de España, Italia, Reino Unido, Portugal, Irlanda, tal como amenazaban los representantes de estos fondos en su reunión en New York del 26 de febrero. Mantener el dinero barato mientras no se dibujen en el horizonte expectativas inflacionistas es la mejor arma contra los especuladores a corto plazo, pero no debiera ser la única ni la más importante a medio plazo. La Unión Europea debiera contemplar la posibilidad de la suscripción de al menos de parte de la deuda emitida por los estados soberanos en próximas fechas; de lo contrario los tiburones (hedge funds) estarán al acecho para resarcirse de sus pérdidas por la caída de las cotizaciones del sector inmobiliario en USA, Reino Unido, España, Irlanda, etc. La otra medida imprescindible sería la de anular el burocrático y sin sentido 3% sobre el PIB de déficit y centrase sólo en la proporción deuda soberana y PIB.

Los medios de comunicación en manos de la derecha neoliberal están echando toda la carne en el asador para poner a las opiniones públicas en contra de sus gobiernos para que estos lleven a cabo las medidas que perjudicarán a esas mismas opiniones. Ello es posible si consiguen camuflar y desviar sus intenciones de tal forma que sean los ciudadanos los que culpen a sus gobiernos de los déficits y a ambos como causantes de sus desgracias. Lo que está en juego en también el grado y nivel de conocimiento de los ciudadanos para entender todo esto. La derecha neoliberal cifra su victoria en que los votantes de izquierda y, sobre todo, sus propios votantes no entiendan estas artimañas y consideren que son cosas del mercado y de los políticos despilfarradores. En España, de momento, parece que las encuestas dan la razón a las mentiras y estas actuaciones criminales de los neoliberales. Un ejemplo de esta preparación al asalto final es un artículo de The Economist[3] del 18 de febrero donde se intenta poner a la opinión pública alemana contra la posibilidad de que Alemania y Francia por sí solas -o a dando su apoyo a la Comisión- cambien las normas sobre la marcha y se proceda a suscribir al menos parte de los títulos soberanos (bonos) de los países que fueran pasto de ataques especulativos. No es que los 80 millones de alemanes lean el periódico inglés, pero ya existen muchos periodistas intermediarios que lo pueden llevar a sus periódicos (alemanes, españoles, etc.), periodistas que no entienden de economía y menos de análisis económico, pero que sí saben la lengua del genial bardo. Y este periódico, como el Financial Times o The Wall Street Journal y algún otro, son la Biblia de las noticias económicas. Amén.

La misma preparación socio-electoral es el artículo de este periódico el 11 de febrero contra la resistencia del Gobierno y de los sindicatos españoles a la reforma laboral y los rígidos salarios españoles[4]. Aquí matizan y hablan de la baja productividad española. Ocurre que ni el supuesto analista del periódico inglés ni quien utiliza estos argumentos en España tienen en cuenta que en un país donde casi el 40% de la producción se basa en la construcción, el turismo y la industria del español (la lengua) no puede tener la misma productividad que otros países (v.g., Alemania) cuya estructura económica es diferente, es más industrial. Pero si el argumenta cuela, miel sobre las hojuelas neoliberales. Sin embargo no siempre triunfa la mentira o, al menos, tiene sus dificultades. Así leemos en el diario digital elEconomista.es que Pimco, la mayor gestora de deuda, ha duplicado su inversión en España desde marzo del año pasado. No parece que tenga ningún miedo con la deuda española, tanto pública como privada. Curioso y significativo lo que le pasa a esta gestora: ha sido denunciada por manipular “el mercado de las letras del Tesoro norteamericano”[5]. Este parece un tiburón que se ha salido del tiesto y no acepta la función rebaño de los grandes fondos especulativos porque está haciendo lo contrario que estos últimos: comprar a plazo bonos del Tesoro, elevando así las cotizaciones y perjudicando a los que tienen posiciones largas (han vendido lo que no tenían a plazo en su momento) y tienen que comprar al contado letras a un precio encarecido: los tiburones devorándose entre sí.

La conclusión de momento es que la Unión Europea, la Comisión, sus instituciones ven el peligro, pero sólo se preparan para el asalto del euro por parte de los angloamericanos porque carecen de estrategia para defender a los estados soberanos continentales de los ataques de los especuladores sobre su deuda pública. Continuará.

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Madrid, 5 de marzo de 2010.



[2] Como es de suponer que habían vendido a plazo bonos que no tenían, ahora tienen que comprarlos al contado. Esto vale, tanto si eran ventas a plazo o swaps de títulos soberanos griegos, o swaps de títulos con acuerdos sobre tipos de cambio e intereses, que son contrato de permutas sin entrega en la práctica del subyacente, sino con liquidaciones mensuales y con liquidación final al vencimiento. Los acuerdos pueden ser de todo tipo porque estos productos no están normalizados (OTC).


Peludo, hasta siempre

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la luz es el optimismo de la razón

la luz es el optimismo de la razón

muros, ni para lamentaciones

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¿Por qué?

¿Por qué?

planchando la oreja

planchando la oreja

¿naturaleza muerta?

¿naturaleza muerta?

el mamífero perfecto

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